El presente de Millonarios no se entiende sin mirar atrás. Para muchos hinchas, la crisis que hoy estalla en El Campín comenzó a cocinarse desde aquel clásico frente a Santa Fe, cuando Ewil Murillo marcó el gol que definió la clasificación cardenal a la final de la Liga. Ese tanto no solo dejó al azul eliminado, también abrió la herida que desde entonces no cicatrizó.
El recuerdo se mantiene vivo en la memoria de la hinchada: un Millonarios sin reacción, con jugadores apagados y un técnico cuestionado. Desde ahí, el equipo se fue desplomando entre dudas y frustraciones. “Ese gol de Murillo fue el principio del fin”, se lee en comentarios de redes sociales, donde los aficionados asocian esa derrota con el inicio del declive deportivo y emocional del club.
En ese momento, el golpe se sintió como un simple fracaso deportivo. Hoy, visto en retrospectiva, se convirtió en el quiebre que destapó problemas más profundos. Malas decisiones en fichajes, un proyecto técnico sin rumbo y un plantel sin jerarquía en partidos decisivos.
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Murillo, por su parte, se ganó un lugar en la historia reciente de Santa Fe. Su celebración se viralizó y quedó como una postal dolorosa para los embajadores. Para la tribuna azul, en cambio, ese clásico marcó un antes y un después: de pelear finales a cargar con eliminaciones dolorosas y un presente lleno de dudas.
Lo que parecía un simple tropiezo terminó siendo la chispa que encendió una crisis prolongada. Desde aquel clásico, Millonarios no volvió a ser el mismo, y el fantasma de ese gol sigue rondando cada vez que el equipo pisa el césped de El Campín.
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