Home Deportes Se es Balón de Oro para toda la vida (Último tango, opinión)

Se es Balón de Oro para toda la vida (Último tango, opinión)

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Con 42 años bien cumplidos, Sir Stanley Matthews, puntero derecho del modesto Blackpool inglés, recibió el primer Balón de Oro de la historia, correspondiente a 1956. Nadie lo discutió ni dijo “¡Qué vergüenza…!”, “La Fifa es una mafia”, “Está todo arreglado” o el clásico “¿Qué ganó el abuelo ese…?” No, el mundo era más tolerante (también menos corrupto), y crédulo; si le decían que Matthews había sido fenomenal ese año, se aceptaba.

Aún no estaban Adidas o Nike para presionar por un vencedor, ni el marketing ni la mediatización para distorsionar. No existían las campañas de prensa. Tampoco pululaban los agentes de jugadores; las redes sociales, afortunadamente, no habían aparecido y el Real Madrid no tenía aún el poder político para exigir cada año el premio. Era todo bastante puro.

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Efectivamente, don Stanley no ganó nada en ese 1956. Sin embargo, aún con 41 primaveras, jugó un excelente partido ante Brasil, en el cual Inglaterra venció por 4 a 1, y eso le resultó determinante para inaugurar la lista de los ganadores dorados.

Así nació el Balón de Oro: una idea de ‘France Football’

El Balón de Oro echaba a rodar gracias a la imaginación del exfutbolista y luego periodista Gabriel Hanot, director de la revista France Football, también creador, un año antes, de la Copa de Europa. Pero ni siquiera la fabulosa visión de Hanot podía imaginar el brillo y la repercusión que su idea tomaría décadas después. Falleció en 1968, cuando el galardón ya estaba impuesto internacionalmente, aunque no había sido universalizado: se ceñía solo al ámbito europeo. 

A cuatro años de su muerte, Johan Cruyff subió a recibir su primer Balón de Oro con un saco oscuro que mostraba un desenfadado cartelón de Puma, la marca que le abastecía de botines y lo tenía como modelo. Ya el premio empezaba a ser utilizado con fines promocionales y se entregaba en un acto. Cruyff fue el primero en ganar tres veces el trofeo. En 2012, el holandés consideró que el premio “es un montaje de los periodistas, no me interesa para nada”. Pero cuando se lo daban, le agradaba: las tres veces fue a recibirlo. Y con él comenzó la comercialización encubierta: cobró un billetón por ponerse aquel insólito saco.

Johan Cruyff Foto:Efe. Archivo EL TIEMPO

De premiar al mejor europeo a luego galardonar al mejor del mundo

El Balón de Oro tiene diferentes etapas. La primera (1956 a 1994), cuando se premiaba al Mejor Futbolista Europeo y podían conquistarlo únicamente jugadores de ese continente, regla que lograron esquivar dos argentinos: Alfredo Di Stéfano y Enrique Omar Sívori, por tener doble nacionalidad, española e italiana respectivamente. Alfredo lo ganó en 1957 y 1959, en tanto el ‘Cabezón’ lo obtuvo en 1961. “Me afanaron por lo menos uno”, se quejaba la Saeta entre los amigos, con su decir bien porteño.

Desde el ‘95 podían aspirar futbolistas de cualquier nacionalidad que actuaran en Europa, y ese mismo año el liberiano George Weah, del Milan, se convirtió en el primer africano y primer no europeo en ganarlo (exceptuados los casos de Di Stéfano y Sívori). En 2007, France Football, propietaria de la distinción, lo abrió a todo el mundo. Y en 2010 se unieron el original Balón de Oro de la publicación gala con el Jugador Mundial que entregaba la Fifa. Entonces pasó a denominarse Fifa Balón de Oro. A los periodistas que elegían la estatuilla de France Football se agregaron, desde ese momento, los técnicos y capitanes de selecciones nacionales. En 2016, Fifa decidió terminar con la fusión y ambos volvieron a premiar por separado. Hay una realidad: el nombre Balón de Oro tiene un impacto infinitamente mayor que Jugador Mundial (ahora The Best). Y nació primero.

Hay, también, tres épocas diferentes entre los vencedores: la primera, cuando ganaron monstruos indiscutibles como Di Stéfano, Yashin, Bobby Charlton, Gerd Müller, Cruyff, Beckenbauer, George Best. Una segunda, de mediados de los años 70 hasta comienzos de los 2000, en la que aparecen nombres variados, buenos pero normales, y algunos bastante olvidados (al menos para recordarlos como números uno), caso Oleg Blokhin, Allan Simonsen, Kevin Keegan, Igor Belanov, Jean-Pierre Papin, Matthias Sammer, George Weah, Luis Figo, Pavel Nedved, Cannavaro… Aquí terciaron dos grandes: Platini, tricoronado en 1983, ‘84 y ‘85, y Van Basten, vencedor en 1988, ‘89 y ‘92.

Michel Platini Foto:AFP

Y una última fase que arranca en 2008, marcada a fuego por la fabulosa disputa Lionel Messi vs. Cristiano Ronaldo. Entre ambos se llevaron 13 oros. Sin ellos, tal vez Iniesta, Xavi o Ribéry hubieran podido alzarse con un trofeo. Hicieron méritos. Pero el portugués y el argentino pusieron el listón muy alto. La receta de ambos fue contundente: títulos y goles. Y en el caso de Messi, también magia. Lo de Leo tal vez nunca se iguale, ganó 8 veces y en 14 ocasiones estuvo en el podio. Y es el único que se proclamó con tres clubes: FC Barcelona, Paris Saint-Germain e Inter Miami. Cristiano suma cinco. Aún sin reconocerlo, ambos rivalizaron (aún lo hacen), y las marcas de uno incentivan al otro, se han retroalimentado para crecer y mantenerse a tope.

2009 Foto:AFP

Quien increíblemente nunca pudo alcanzar el preciado reconocimiento es Neymar, que por edad y declinación ya parece definitivamente lejos de lograrlo. Otro tanto le ocurre a Mbappé, que siempre aparece como posible, pero en diez temporadas nunca estuvo ni cerca.

Por país, lidera ampliamente Argentina con 11 Balones (Di Stéfano 2, Sívori 1, Messi 8), seguido por Alemania con 7 (Beckenbauer 2, Müller 1, Rummenigge 2, Matthäus 1, Sammer 1), Holanda con 7 (Cruyff 3, Van Basten 3, Gullit 1), Francia con 7 (Kopa 1, Platini 3, Papin 1, Zidane 1, Benzema 1) y Portugal 7 (Eusebio 1, Figo 1, Cristiano 5). En otra época no se entregaban a sudamericanos, sino podrían haberlo obtenido Pelé, Garrincha, Maradona o Kempes.

La encuesta es transparente. Uno puede no estar de acuerdo, pero se difunden los votos y ahí terminan las suspicacias. Se quejan los que no ganan. Además, elige la gente del fútbol, no la Fifa. Danilo Díaz, magnífico periodista chileno que participa hace años en la elección de France Football y también en el The Best de la Fifa, nos ilustra: “¿Marketing…? No, ¿qué marketing…? Jamás me hicieron alguna insinuación sobre a quién votar ni me cambiaron el voto. Es de una transparencia total, muy seria la gente de France Football. Hay un respeto enorme. Te recalcan, sí, tener en cuenta la importancia de cada competencia, relevancia del protagonista en dicha disputa, su comportamiento, títulos…” Carlos Enrique Rivera, narrador de ATB Televisión de Bolivia, lleva veintidós años votando: “Es un honor participar de esta compulsa. La limpieza de France Football es absoluta”.

El estentóreo y descriptivo narrador Paché Andrade hace diecisiete años representa a Colombia en el premio anual al mejor futbolista del mundo. Certifica lo de Danilo: “Nunca recibí una sugerencia o presión para inclinarme por alguien, y con otros colegas extranjeros que también comparten esta responsabilidad hablamos siempre de la libertad que nos dan para elegir y el respeto por nuestro voto”.

Es curioso: el fútbol es un deporte colectivo en el que fascina lo individual. Veneramos al goleador, nos interesa saber quién fue la figura de la cancha, y buscamos permanentemente un superhéroe. Y el Balón de Oro es la exaltación de la individualidad, un título de nobleza para toda la vida. Uno dice “Ruud Gullit, Balón de Oro 1987”, “Hristo Stoichkov, Balón de Oro 1994”… Casi deberían incluirlo en sus tarjetas de presentación.

Último tango

Jorge Barraza

Para EL TIEMPO

@JorgeBarrazaOK

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