¿Quién es ahora el imprescindible? El de siempre, ¡el equipo! El fútbol, verdugo de los caudillos, ha vuelto a aplastar los egos y le ha concedido al grupo, por encima de todos sus nombres, el mérito de dejar en el camino a un brasileño -siempre favorito-, premiando al que se gana en el campo, y no ante los micrófonos, el respeto continental.
América de Cali ha dejado felizmente en el olvido a todos los que han creído que sin ellos no habría futuro y ha eliminado en el playoff a Bahía (2-0) con una justicia aplastante. ¿Cómo? Vestido de overol y no de frac.
América de Cali Foto:Juan Pablo Rueda. EL TIEMPO
¡Más obreros, menos figuritas!
Como fue toda la vida, la clasificación del rojo a los octavos de final fue la combinación del plan de un entrenador sin ínfulas de erudito, que fabricó un plan simple de defensa a ultranza de visitante y de contragolpe de local, y un equipo que apropió la idea y fue consciente de que la pérdida de sus estelares no era otra cosa que una oportunidad única para reclamar protagonismo.
A fuerza de disciplina, carácter y no pocas dosis de testosterona, el talento pasó a la segunda línea y la voluntad se adueñó de una plantilla que, sin la molesta sombra de su gran figura, supo crecer. Nadie es más fuerte que todos juntos, pero nadie lo logra sin un buen líder, y ese es aquel que sufre junto a ellos, no aquel que los minimiza.
América de Cali Foto:Juan Pablo Rueda. EL TIEMPO
Carrascal, un sacrificio que valía la pena
Hoy pocos recuerdan que Tulio Gómez eligió la pelea perdida con Tolima y se aguantó una dura sanción de la FIFA, que incluyó una millonaria multa y un periodo completo sin fichajes, para quedarse con el mediocampista que ahora le da sentido a su decisión. Valió la pena el sacrificio.
Porque siempre que estuvo Carrascal en la cancha el fútbol fluyó en el equipo escarlata, con y sin Quintero: su autoridad para pedir la pelota que a todos los demás les quema, su buen juicio para entregarla cuando la jugada pide pase o para rematar cuando ya no hay espacios y, más que todo eso, su imponente personalidad, esa que crece en la misma medida del prestigio de su oponente, convierten a Rafael en el único realmente imprescindible para los diablos rojos.
América de Cali Foto:AFP
Fue el sucreño quien hizo crecer al decepcionante zurdo hoy ausente, el que contagió de su ambición a un Josen Escobar que ahora es precisión quirúrgica en la salida, el que con su astucia fabricó el entorno ideal para que Navarro sea más brújula que actor secundario y el que puso a correr a Murillo y a Barrios y a Mina y a Tovar… el que, al final, supo mostrarles a todos que a veces el overol es más importante que la varita mágica, más en un torneo internacional en el que muchas veces compites en condiciones de inferioridad.
La cura para una herencia tóxica
Vio con claridad Jaime Córdoba que la gris herencia de Quintero se reduce a que “dañó la armonía del equipo” y “no hizo sino manotear”. La prueba es que América ha corregido el defecto de un jugador caro y problemático y se ha instalado, sin su influjo, en donde tenía que estar antes de esa ruidosa contratación: en los octavos de final de la Copa Sudamericana, cara a cara con Fluminense.
Juan Fernando Quintero. Foto:Juan Fernando Quintero
Así que si mañana alguien más quiere sentirse superior a la institución que representa, bien puede hacer las maletas. No habrá reclamos, falsas nostalgias, dardos públicos o irrespetos de distinta índole por la palabra empeñada. Si están Carrascal y sus guerreros, ¡no se extraña nada!
Jenny Gámez
Editora de Futbolred
@JennyGamezA