El estreno de al Selección Colombia contra Venezuela en la Copa América de Ecuador 2025 fue un baño de realidad. Pero uno de esos que se aplazó muchas veces y que ahora, en vez de ser calientito y acogedor, es frío y hostil. ¿Qué pasó? Vea las causas de la decepcionante presentación del debut… es hora de la revancha.
Divorcio del gol
Pasaba, hasta hace un par de años, que cada defecto, por más grave que pudiera parecer, se tapaba con un gol: una genialidad de Linda Caicedo, un duelo de pura potencia de Mayra o de quien ocupara el lugar de la 9, una media distancia de Leicy, hasta un penalti de Catalina Usme, todo aparecía en el momento justo para desactivar la crisis.
Venezuela vs. Colombia, en la Copa América Femenina. Foto:AFP
Pero ahora el gol es un martirio y no hay manera de reducirlo solo a que Linda por momentos se deje llevar por lesiones más sicológicas que reales o a la imprecisión de un Pavi en un centro o la ineficacia de una Mayra que jamás falla los mano a mano que falla en Colombia cuando defiende los colores del Chelsea. Colombia se divorció del gol porque cuando dejó de depender de esas individualidades, el chispazo de al genialidad, y buscó respuestas en su juego colectivo, simplemente se ahogó.
Anemia de generación ofensiva
Ese es el origen del mal mayor: desde el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, cuando la fortaleza del sector posterior era tan confiable que permitía que emergieran la picardía de Linda o la autoridad de Usme sin correr demasiados riesgos, el esquema empezó a mostrar fisuras que, a día de hoy, no se han resuelto.
Venezuela vs. Colombia, en la Copa América Femenina. Foto:AFP
En todos los equipos la generación de juego es el sello del entrenador, lo que habla de su capacidad para identificar problemas y darles a sus aprendices más de una solución posible. Porque no se trata de libretear las situaciones de caos y hacerles memorizar una única manera de solucionarlo, sino de crear un entorno de presión controlada que haga que las deportistas encuentren, en un mar de herramientas, la solución más práctica y efectiva. En eso brilla por su ausencia, hace ya un año largo, Angelo Marsiglia.
Nada de eso se hizo en la etapa de preparación, en la que solo se ganó uno de cinco partidos y se hicieron verdaderos papelones, como las dos goleadas, por 6 y 4 tantos, contra Japón. Nadie les pide campeonatos mundiales de amistosos o títulos morales, pero sí aprendizajes claros y concretos sobre lo que se vio en la preparación y luego, en medio de la competencia, evidentemente no se corrigió. A este equipo, con la base de la mejor figuración nacional en un a Copa Mundo de mayores (cuartos de final), le faltan fórmulas que no serán reemplazos ficha por ficha sino verdaderas revoluciones tácticas. Solo así se logrará que las venezolanas o cualquier rival de turno deje de neutralizarnos con una estrategia tan plana como replegarse y contragolpear.
Venezuela vs. Colombia, en la Copa América Femenina. Foto:AFP
¿Cansancio mató a talento?
Un tercer dolor de cabeza para Colombia es que el ímpetu se agota tan pronto que, si no se marca el gol pronto, el talento va dando paso al agotamiento físico de quien corre tras la pelota sin premio y al final pega y pega como única manera de respuesta a la frustración. Colombia tiene advertidas con amarilla a figuras como Mayra y otras. Es una apuesta algo suicida.
Lo cierto es que desde los amistosos y a pesar de una interesante incorporación de talentos de los equipos Sub-17 y Sub-20, ya se advertía que había físico cansancio en varias estrellas, varias de ellas arrastrando las piernas en la última media hora de partido. Equipos plenos de alternativas ofensivas, como Brasil, o famosos por su pelota quieta, como Paraguay, dictarán sentencia.
Esto no es un tema de talento, de falta de carácter, de cobardía. Es cansancio y eso lo hace más simple y a la vez más difícil de resolver.
Venezuela vs. Colombia, en la Copa América Femenina. Foto:AFP
Hay algo en la preparación física, las cargas o algún eslabón perdido del proceso previo a esta Copa América. pero al final y estamos acá y vamos a tratar de al menos ser finalistas como en años anteriores. Tenemos un prestigio que defender. Y eso requiere decirse la verdad, sentar a quien toque y apostar, si fuera el caso, por las más jóvenes. Hay que soltar para crecer. Y Colombia necesita hacerlo, cueste lo que cueste.
Jenny Gámez
Editora de Futbolred
@JennyGamezA